Esto es todo lo que tenemos, un puñado de dudas y un par de roces , tres noches de pasión a las espaldas, cuatro momentos buenos por cada cinco malos, seis formas de mirarnos y siete días a la semana para crear nuestro mundo.
Quizá me hayas quitado de mis casillas unas ocho veces, pero créeme que se me pasan todas las tonterías antes de que sean las nueve de la noche y me tenga que ir de tu lado.
Todo lo que quiero es que te acuerdes de mí a las diez de la mañana, cuando te despiertas, y que a las once de la noche siga en tu cabeza, que las siguientes doce uvas te las tomes a mi lado, y poder reírnos juntos de todos los martes y trece que presagian mala suerte.
Que me da igual si los catorce de febrero me dices que me quieres o no, lo que quiero es que dejes de decirme quince veces al día que te echan hacía atrás mis dieciséis, y que me dejes decir con fuerza las diecisiete letras de tu nombre, segura de que es el único que voy a decir, como mínimo, hasta que cumpla dieciocho y me vaya de aquí.